Este blog forma parte del proyecto ”Crónicas imaginarias de una hecatombe Real” el cual se realizara dentro del marco del curso de Redacción Universitaria de la Universidad Autónoma Metropolitana Azcapotzalco, división Ciencias Sociales y Humanidades, departamento de Humanidades.

domingo, 9 de octubre de 2011

La Turbulencia

Jamás nos imaginamos tal cosa. Mi madre devastada por la noticia, entro en llanto. Al ver su cara de inquietud sentí mucho miedo, me miraba y no decía nada. Quizá, no podía explicarme lo que estaba sucediendo, pero no la culpo, porque era mayor su preocupación e incertidumbre. En ese momento quise consolarla y ella se negó.  Esto me desconcertó demasiado, ya que no imaginaba la magnitud de lo sucedido. Cuando el momento de la melancolía me invadió por fin, salí un rato para despejar mi mente. Creí que al estar sola comprendería lo que pasaba, cuando en realidad mi confusión aumento más.
La gente del pueblo se encontraba tan enredada como nosotros. Nadie entendía la razón que causo las grandes pérdidas de su dinero. Ese día todos gritaban y discutían, al no poder recuperar el dinero que con tantos esfuerzos habían ahorrado. El movimiento me mareo. No pensé que las personas reaccionarían de esa manera. Todo estaba mal. Una señora al ver mi rostro me dijo que las cosas pueden parecer desagradables, incluso pésimas ahora mismo, pero que pronto mejorarían. Hice caso omiso, ya que como era rica, no sabía realmente que pasaba con la gente de nuestra misma situación económica.
Esa tarde recorrí casi todo el pueblo sin saber a dónde ir. Me sentía exhausta y respiré el aire fresco con esfuerzo. Más cansada de lo que me sentía después de mis paseos habituales por el pueblo, me dirigí a una banca situada bajo un árbol, y me senté para contemplar las hermosas flores que le colgaban. No desvié la mirada hasta que oí pasos en el camino, y noté que la sonrisa de las personas se había ido. En su lugar quedo el miedo, enojo, frustración y una inmensa desesperación de no saber qué pasaría en los siguientes días. Esto me inquieto e hizo que me regresara a mi hogar. Ya había oscurecido cuando por fin volví  a mi casa y me encerré en la seguridad de aquel reducido espacio. Llegué algo tarde, y mis padres ya dormían. Abrí  la puerta sin hacer ningún ruido para no despertarlos, pero al cerrarla me quede paralizada por un segundo, un cansancio nervioso  parecía latirme en las venas, recorriéndolas. Vi que mis manos me temblaban, la cabeza me daba vueltas. Podía ver caras, oír sonidos. Sentía como mi corazón se aceleraba, traté de reaccionar rápidamente, pero mis pies no se movieron y por un instante casi me caigo. Me tranquilicé, y respiré profundamente. Creo que fueron demasiados sucesos impactantes por un día. Llené un vaso con agua, tomé un trago y me fui a dormir. 
(Final)

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